Entrevistas… Javier Cacho

23 ene 2012
Inauguramos la sección de entrevistas, entrevistando a Javier Cacho Gómez, físico, científico y escritor.
Fue miembro de la Comisión Nacional de Investigación Espacial (CONIE), responsable del Laboratorio de Estudios de la Atmósfera en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
Investigó el agujero de la capa de ozono, allá por los ’80, y posteriormente ha participado en varias campañas de investigación como jefe de la base antártica española Juan Carlos I.
Javier ha escrito mucho sobre divulgación científica.
En la actualidad se encuentra muy ocupado promocionando su último libro: Amundsen y Scott: Duelo en la Antártida. En el que podemos revivir todas las vicisitudes de la feroz batalla, contra los elementos, en la conquista del Polo Sur.
Además, podemos seguir “en directo” la gran aventura relatada por los reporteros de ambos héroes: Tor Nordbø y Edward W. Walton.
Y, ¿qué más podemos decir? Todo un éxito. Sólo han transcurrido unos pocos meses y se está hablando de reedición.
A pesar de todo esto, Javier es una persona cercana, afable y divertida.
Javier, a pesar de lo que podemos leer en la breve descripción de tu carrera científica y de tus logros, ¿cómo consigues ser esa persona sencilla, amable, entusiasta..?
Muchas gracias por los adjetivos. No sé si soy sencillo y amable, simplemente trato de comportarme con todas las personas como si fueran mis amigos. No creo que el científico, el escritor… no creo que nadie tenga que ser altanero, que sentirse superior a los demás, por mucha cultura o conocimientos que tenga, esos son atributos, pero lo importante es la persona humana que somos. Por lo tanto, si ves a quien se acerca a ti como un amigo… pues es sencillo comportarse con él con naturalidad.
Y en cuanto a ser entusiasta. Sí, en eso sí llevas razón. Soy un entusiasta porque creo en lo que hago y hago lo que creo que tengo que hacer. Eso me lleva a volcarme, a poner el corazón en todo lo que hago. Me agrada ser un entusiasta, creo que el entusiasmo es un gran valor que ahora está un poco en baja, casi tiene un cierto sentido peyorativo, pero los grandes filósofos de la humanidad siempre lo han exaltado. Para mí es sinónimo de generosidad, de meterse en lo que uno hace sin regateos, sin cálculos, ni componendas…
Si me lo permites, Miguel Ángel, te sugeriría echar una ojeada a este post del blog de Fernando Botella, vale la pena que lo recordemos. http://www.fernandobotella.net/2011/09/entusiasmo.html
El entusiasmo es un arma imparable. Gracias por llamarme “entusiasta”.
¿Cuál de tus facetas profesionales te ha satisfecho más?
La de la divulgación científica, a la que ahora le han puesto el pomposo nombre de “promoción de la cultura científica”, bueno suena más importante ¿verdad?
Me gusta divulgar, soy feliz divulgando y me gustan las dos vertientes de la divulgación: la hablada, la que haces en una charla, una conferencia o en una tertulia; es una forma muy directa, muy personal que te permite adecuarte a tu auditorio (ya sean de dos o de doscientas personas). Aunque tampoco me importa hablar por radio o por televisión, a pesar de que en estos medios me siento algo más nervioso, dado que no puedo ver más que al entrevistador y no puedo mirar al oyente o al televidente. Pero son grandes medios de comunicación y puedes llegar a mucha gente.
Y por supuesto me gusta divulgar escribiendo, en este caso también existe un importante grado de “complicidad” con el lector. Obviamente, no puedes verle, no puedes adecuar tus palabras a lo que notas por sus gestos, pero es mucho más reflexivo, tanto por tu parte, dado que te obliga a cuidar, a pulir incesantemente cada idea que quieres transmitir, cada frase en la que la plasmas, como por parte del lector, puesto que puede detener la lectura en cualquier momento y considerar lo acertado o no de tu raciocinio y hacerlo suyo o bien mejorarlo.
¿Qué te lleva a escribir?
En mi faceta de científico, pues el divulgar, el dar a conocer, el hacer partícipes a los demás de lo que yo sé.
Todo, hasta lo más difícil, se puede contar con sencillez y todo, absolutamente todo, tiene un interés implícito. En la vida no hay nada aburrido. Hacemos aburridas a las cosas cuando no las conocemos en profundidad y las contamos de cualquier manera, pero si nos hemos entusiasmado con cualquier materia, estoy seguro de que sabemos transmitirla de forma emocionante, utilizando conceptos y frases entendibles por todos.
Y en mi otra faceta de escritor de narrativa-ficción… pues el dar salida a esas ideas que, de repente, te rondan por la cabeza y van cogiendo forma en situaciones y personajes que sientes la necesidad imperiosa de darles vida, o más bien de concretarles en las limitaciones de la escritura, porque no por no estar escritos están menos vivos.
Con respecto a la investigación, a la vida del investigador, ¿qué nos puedes contar?, ¿es gratificante?, ¿es necesaria?
Por supuesto que es necesaria la investigación. Ahora ya nadie lo duda (aunque a veces nuestros políticos parecen que no lo tienen tan claro como toda la sociedad). En estos momentos nadie secundaría la expresión de Unamuno: “¡Qué inventen ellos!”
Pero el que una cosa sea necesaria no la hace atractiva y menos en esta sociedad que no valora el esfuerzo intelectual y se deja seducir por deportistas de fortuna o personajes de medio pelo que atiborran los programas televisivos. No hemos sabido, ni sabemos, hacer atractiva la investigación a nuestros jóvenes y es una pena porque es una de las dedicaciones profesionales que producen más satisfacción personal.
El investigador es como el explorador, se enfrenta continuamente al desafío de lo desconocido. El investigador tiene el espíritu del deportista, que por muy buena que sea su marca siempre está dispuesta a hacer un esfuerzo para batirla. El investigador puede plasmar su creatividad en cientos de temas. El investigador tiene una curiosidad sin límites por todo lo que le rodea. El investigador es un entusiasta que se aplica con pasión a su trabajo, porque su trabajo es su vida, en el estricto sentido de la palabra.
Yo, cuando doy la bienvenida a los escolares que visitan el INTA me gusta recordarles que cuando uno trabaja en algo que le apasiona, como es la investigación, el 90% de los lunes no le importa volver al trabajo para volver a seguir con sus investigaciones.
En tu último libro nos hablas de un gran reto superado por el esfuerzo de unas personas, ¿existen retos así en la actualidad?
Bueno, la conquista del Polo Sur era la última gran aventura que le quedaba al ser humano en este planeta, después y con la excepción de la subida al Everest ya no había nada significativo sobre la Tierra y fijamos nuestro objetivo primero en salir al espacio y luego en alcanzar la Luna.
En comparación con la carrera hacia el Polo Sur no quedan retos similares, estos dos últimos que te he comentado ya se llevaron a cabo con grandes equipos de personas implicadas, miles, decenas de miles de científicos y tecnólogos con inversiones económicas gigantescas. Mientras que en aquellos tiempos, en los de Amundsen y Scott, todavía había cabida para pequeños grupos con presupuestos limitados.
Pero el que no haya retos similares desde un punto de vista planetario no significa que no tengamos por delante retos de todo tipo. El trabajo científico, la actividad industrial… la crisis económica, todo está lleno de retos que tendremos que superar con un esfuerzo solidario entre las personas. Yo no creo en las individualidades, creo en el trabajo de equipo.
¿Qué consejo darías a los jóvenes que se plantean iniciar una carrera científica?
Pues que hicieran como hizo Amundsen cuando a los 18 años tomó la decisión de ser explorador polar….¡¡que no cejaran!! Que mantuviesen fijo su objetivo en su mente y en su corazón, pese a todos los problemas que tengan que enfrentar, pese a todos los desengaños, las desilusiones… incluso pese a los fracasos. Que sepan conjugar la faceta de profesionalidad de Amundsen, por lo tanto que se preparen concienzudamente en las disciplinas académicas, y que lo aúnan con la pasión y el entusiasmo de Scott por dar lo mejor de sí mismos por alcanzar su objetivo. Esa combinación – profesionalidad y entusiasmo- es imparable: llegarán a ser científicos o lo que se propongan ser en la vida.
Estamos convencidos de que tienes nuevos proyectos rondando tu cabeza… ¿nos das una pista?
Sí, la cabeza no puede estarse quieta, pero ahora todavía es el momento de cuidar al libro que acaba de publicarse. Es como un niño pequeño en el que el editor y el autor tienen todavía que ayudarle a dar sus primeros pasos. Todavía quedan unos meses en los que tendré que ocuparme de su promoción en los medios. Por otra parte, el tema es de tal actualidad que me están pidiendo muchas conferencias y… todo lleva su tiempo.
Pero sí, tengo un par de proyectos. Uno es una novela de ficción que me lleva dando vueltas a la cabeza desde hace años y el otro es continuar con la historia de la exploración, quizás en el otro Polo. En estos momentos no te puedo decir quién de los dos ganará.
Agradecemos a Javier Cacho, de corazón, que nos haya respondido (y tan ampliamente) a estas preguntas. Desde aquí le animamos a que siga escribiendo y divulgando. Haciendo la ciencia más atractiva y cercana a todos, y algo que es tan importante como eso: animándonos a perseverar y vencer los obstáculos.
Yo tengo dos ejemplares, uno para mí y otro para mis alumnos y alumnas.¡A ver quién es el primero que se anima con su lectura!
Inauguramos la sección de entrevistas, entrevistando a Javier Cacho Gómez, físico, científico y escritor.
Fue miembro de la Comisión Nacional de Investigación Espacial (CONIE), responsable del Laboratorio de Estudios de la Atmósfera en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
Investigó el agujero de la capa de ozono, allá por los ’80, y posteriormente ha participado en varias campañas de investigación como jefe de la base antártica española Juan Carlos I.
Javier ha escrito mucho sobre divulgación científica.
En la actualidad se encuentra muy ocupado promocionando su último libro: Amundsen y Scott: Duelo en la Antártida. En el que podemos revivir todas las vicisitudes de la feroz batalla, contra los elementos, en la conquista del Polo Sur.
Además, podemos seguir “en directo” la gran aventura relatada por los reporteros de ambos héroes: Tor Nordbø y Edward W. Walton.
Y, ¿qué más podemos decir? Todo un éxito. Sólo han transcurrido unos pocos meses y se está hablando de reedición.
A pesar de todo esto, Javier es una persona cercana, afable y divertida.
Javier, a pesar de lo que podemos leer en la breve descripción de tu carrera científica y de tus logros, ¿cómo consigues ser esa persona sencilla, amable, entusiasta..?
Muchas gracias por los adjetivos. No sé si soy sencillo y amable, simplemente trato de comportarme con todas las personas como si fueran mis amigos. No creo que el científico, el escritor… no creo que nadie tenga que ser altanero, que sentirse superior a los demás, por mucha cultura o conocimientos que tenga, esos son atributos, pero lo importante es la persona humana que somos. Por lo tanto, si ves a quien se acerca a ti como un amigo… pues es sencillo comportarse con él con naturalidad.
Y en cuanto a ser entusiasta. Sí, en eso sí llevas razón. Soy un entusiasta porque creo en lo que hago y hago lo que creo que tengo que hacer. Eso me lleva a volcarme, a poner el corazón en todo lo que hago. Me agrada ser un entusiasta, creo que el entusiasmo es un gran valor que ahora está un poco en baja, casi tiene un cierto sentido peyorativo, pero los grandes filósofos de la humanidad siempre lo han exaltado. Para mí es sinónimo de generosidad, de meterse en lo que uno hace sin regateos, sin cálculos, ni componendas…
Si me lo permites, Miguel Ángel, te sugeriría echar una ojeada a este post del blog de Fernando Botella, vale la pena que lo recordemos. http://www.fernandobotella.net/2011/09/entusiasmo.html
El entusiasmo es un arma imparable. Gracias por llamarme “entusiasta”.
¿Cuál de tus facetas profesionales te ha satisfecho más?
La de la divulgación científica, a la que ahora le han puesto el pomposo nombre de “promoción de la cultura científica”, bueno suena más importante ¿verdad?
Me gusta divulgar, soy feliz divulgando y me gustan las dos vertientes de la divulgación: la hablada, la que haces en una charla, una conferencia o en una tertulia; es una forma muy directa, muy personal que te permite adecuarte a tu auditorio (ya sean de dos o de doscientas personas). Aunque tampoco me importa hablar por radio o por televisión, a pesar de que en estos medios me siento algo más nervioso, dado que no puedo ver más que al entrevistador y no puedo mirar al oyente o al televidente. Pero son grandes medios de comunicación y puedes llegar a mucha gente.
Y por supuesto me gusta divulgar escribiendo, en este caso también existe un importante grado de “complicidad” con el lector. Obviamente, no puedes verle, no puedes adecuar tus palabras a lo que notas por sus gestos, pero es mucho más reflexivo, tanto por tu parte, dado que te obliga a cuidar, a pulir incesantemente cada idea que quieres transmitir, cada frase en la que la plasmas, como por parte del lector, puesto que puede detener la lectura en cualquier momento y considerar lo acertado o no de tu raciocinio y hacerlo suyo o bien mejorarlo.
¿Qué te lleva a escribir?
En mi faceta de científico, pues el divulgar, el dar a conocer, el hacer partícipes a los demás de lo que yo sé.
Todo, hasta lo más difícil, se puede contar con sencillez y todo, absolutamente todo, tiene un interés implícito. En la vida no hay nada aburrido. Hacemos aburridas a las cosas cuando no las conocemos en profundidad y las contamos de cualquier manera, pero si nos hemos entusiasmado con cualquier materia, estoy seguro de que sabemos transmitirla de forma emocionante, utilizando conceptos y frases entendibles por todos.
Y en mi otra faceta de escritor de narrativa-ficción… pues el dar salida a esas ideas que, de repente, te rondan por la cabeza y van cogiendo forma en situaciones y personajes que sientes la necesidad imperiosa de darles vida, o más bien de concretarles en las limitaciones de la escritura, porque no por no estar escritos están menos vivos.
Con respecto a la investigación, a la vida del investigador, ¿qué nos puedes contar?, ¿es gratificante?, ¿es necesaria?
Por supuesto que es necesaria la investigación. Ahora ya nadie lo duda (aunque a veces nuestros políticos parecen que no lo tienen tan claro como toda la sociedad). En estos momentos nadie secundaría la expresión de Unamuno: “¡Qué inventen ellos!”
Pero el que una cosa sea necesaria no la hace atractiva y menos en esta sociedad que no valora el esfuerzo intelectual y se deja seducir por deportistas de fortuna o personajes de medio pelo que atiborran los programas televisivos. No hemos sabido, ni sabemos, hacer atractiva la investigación a nuestros jóvenes y es una pena porque es una de las dedicaciones profesionales que producen más satisfacción personal.
El investigador es como el explorador, se enfrenta continuamente al desafío de lo desconocido. El investigador tiene el espíritu del deportista, que por muy buena que sea su marca siempre está dispuesta a hacer un esfuerzo para batirla. El investigador puede plasmar su creatividad en cientos de temas. El investigador tiene una curiosidad sin límites por todo lo que le rodea. El investigador es un entusiasta que se aplica con pasión a su trabajo, porque su trabajo es su vida, en el estricto sentido de la palabra.
Yo, cuando doy la bienvenida a los escolares que visitan el INTA me gusta recordarles que cuando uno trabaja en algo que le apasiona, como es la investigación, el 90% de los lunes no le importa volver al trabajo para volver a seguir con sus investigaciones.
En tu último libro nos hablas de un gran reto superado por el esfuerzo de unas personas, ¿existen retos así en la actualidad?
Bueno, la conquista del Polo Sur era la última gran aventura que le quedaba al ser humano en este planeta, después y con la excepción de la subida al Everest ya no había nada significativo sobre la Tierra y fijamos nuestro objetivo primero en salir al espacio y luego en alcanzar la Luna.
En comparación con la carrera hacia el Polo Sur no quedan retos similares, estos dos últimos que te he comentado ya se llevaron a cabo con grandes equipos de personas implicadas, miles, decenas de miles de científicos y tecnólogos con inversiones económicas gigantescas. Mientras que en aquellos tiempos, en los de Amundsen y Scott, todavía había cabida para pequeños grupos con presupuestos limitados.
Pero el que no haya retos similares desde un punto de vista planetario no significa que no tengamos por delante retos de todo tipo. El trabajo científico, la actividad industrial… la crisis económica, todo está lleno de retos que tendremos que superar con un esfuerzo solidario entre las personas. Yo no creo en las individualidades, creo en el trabajo de equipo.
¿Qué consejo darías a los jóvenes que se plantean iniciar una carrera científica?
Pues que hicieran como hizo Amundsen cuando a los 18 años tomó la decisión de ser explorador polar….¡¡que no cejaran!! Que mantuviesen fijo su objetivo en su mente y en su corazón, pese a todos los problemas que tengan que enfrentar, pese a todos los desengaños, las desilusiones… incluso pese a los fracasos. Que sepan conjugar la faceta de profesionalidad de Amundsen, por lo tanto que se preparen concienzudamente en las disciplinas académicas, y que lo aúnan con la pasión y el entusiasmo de Scott por dar lo mejor de sí mismos por alcanzar su objetivo. Esa combinación – profesionalidad y entusiasmo- es imparable: llegarán a ser científicos o lo que se propongan ser en la vida.
Estamos convencidos de que tienes nuevos proyectos rondando tu cabeza… ¿nos das una pista?
Sí, la cabeza no puede estarse quieta, pero ahora todavía es el momento de cuidar al libro que acaba de publicarse. Es como un niño pequeño en el que el editor y el autor tienen todavía que ayudarle a dar sus primeros pasos. Todavía quedan unos meses en los que tendré que ocuparme de su promoción en los medios. Por otra parte, el tema es de tal actualidad que me están pidiendo muchas conferencias y… todo lleva su tiempo.
Pero sí, tengo un par de proyectos. Uno es una novela de ficción que me lleva dando vueltas a la cabeza desde hace años y el otro es continuar con la historia de la exploración, quizás en el otro Polo. En estos momentos no te puedo decir quién de los dos ganará.
Agradecemos a Javier Cacho, de corazón, que nos haya respondido (y tan ampliamente) a estas preguntas. Desde aquí le animamos a que siga escribiendo y divulgando. Haciendo la ciencia más atractiva y cercana a todos, y algo que es tan importante como eso: animándonos a perseverar y vencer los obstáculos.
Yo tengo dos ejemplares, uno para mí y otro para mis alumnos y alumnas.¡A ver quién es el primero que se anima con su lectura!